martes, marzo 29, 2005

 

85 céntimos el litro de Diesel en Asturias

Ayer tuve que acercarme a regañadientes a echar gasoil a mi coche. Cada vez que me acerco, me asusto: ¡85 céntimos el litro! Esto en el Parque Principado, que será peor combustible, pero es el más barato de la zona. Menos mal que tengo un motor diésel, porque la gasolina aún está más cara y se consume más rápido. También es verdad que el precio del diésel se acerca peligrosamente al de la gasolina, pero eso ya es otra historia.

Todo esto es consecuencia de un factor fundamental: el aumento de la demanda. Este aumento de la demanda se debe, por un lado el crecimiento de paises como China o India, con millones de potenciales consumidores; y por otro, al aumento del consumo de los paises occidentales industrializados. Y mientras aumenta la demanda, el petroleo comienza a escasear y la situación mediambiental es cada vez más alarmante.

¡Esto es de locos! ¿Cómo no vamos a tener un precio cada más caro si para un bien que comienza a escasear, en lugar de reducir el consumo, lo aumentamos? ¿Así vamos a cumplir con Kioto y con la madre Tierra? Pobres terrícolas.

Pues que todo el mundo se fije muy bien en lo que va a pasar. Tenemos petroleo, dicen, para unos 40 años. Si aumentamos el consumo en Occidente y ahora en Oriente, seguro que esa cifra se va a reducir. A medida que esa cifra se reduzca, será cada vez más caro extraer el poco petróleo que vaya quedando, lo que aumentará su coste y disminuirá la oferta. A mayor demanda y menor oferta, los precios crecerán exponencialmente. Los pobres pijos occidentales no podrán usar sus maravillosos coches y seguir contaminándolo todo, pero la madre Tierra (si es que aguanta este ritmo) habrá reestablecido por fin su autoridad. Fijándose bien, no estaría realmente tan mal que los impuestos fuese incluso más caros con tal de reducir el consumo. Habría que aplicar una política de impuestos que facilitara el acceso al carburante para uso profesional, pero penara de manera considerable su utilización con fines de ocio. Todo esto, al menos, hasta que llegue alguien con la varita mágina del combustible limpio y alternativo, como el famoso biodiesel o el hidrógeno.

Estos días está siendo noticia la provincia italiana de Trento debido a la popularización del aceite de colza en los últimos motores diésel. Es un combustible lleno de ventajas y que se plantea como una energía alternativa real: limpio, más barato sin impuestos (unos 60 céntimos el litro), compatible con los motores actuales , biodegradable, más seguro de almacenar, etc. Su desventajas son: se necesitaría destinar mucha superficie de cultivo para producir biodiésel y satisfacer la demanda; las cosechas dependen de factores como el clima; y es más caro de producir que el actual diésel, aunque a este paso, se van a igualar.

Seguramente daremos con una energía alternativa y limpia, pero aún así, seguiremos teniendo el problema del derroche energético. Nuestro planeta no podrá soportar indefinidamente que cada vez haya más personas viviendo en el mismo espacio y consumiendo más y más recursos cada vez más rápido. No. Hay un límite físico, la Tierra. Tarde o temprano tendrá que imponer su autoridad, por las buenas, o por las malas.
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