domingo, mayo 15, 2005
¿Esto es divertirse?
Después de leer el artículo de mi colega Chamallowski, quiero volver al aspecto crítico y de denuncia que quería darle a este blog.
Hoy quiero hablar de la manera que tenemos los pijos occidentales de divertirnos. En la mayor parte del planeta mucha gente está sobreviviendo, como puede, a base de ganar cuatro duros trabajando todo el día. Incluso emigran a paises lejanos, y sacrifican todo. No me imagino perder los únicos años de tu vida en los que podrás ver crecer a tus hijos. Y en el otro lado estamos nosotros, que tenemos un montón de tiempo libre y nos malgastamos nuestro dinero en ocio.
No es este contraste lo que quiero criticar en este artículo, sino al vicio y descontrol al que está llegando la juventud de hoy en día. Es lógico que como ricos que somos gastemos (o malgastemos, según se mire) nuestro dinero en ocio y fiesta. De hecho, la finalidad de la vida y de todos nosotros es ser felices y pasarlo bien. De hecho no me parece mal invertir nuestro dinero en hacer lo que nos gusta: viajar, comprar el equipo necesario para practicar nuestra afición favorita, ir al cine, comprar discos, salir con los amigos, etc. Que en otros paises no les sea posbile no es nuestro deseo, pero por ello no vamos a dejar de pasarlo bien nosotros. Pero una cosa es divertirse y otra cosa lo que veo que sucede ahora cada noche que salgo.
Ahora, no es difícil llegar a cualquier bar y ver a un grupo de mocosos insensatos desfilando por el baño y pasándose la mano por la nariz. Mocosos y no tan mocosos, claro. Me parece muy triste que ahora ya no sea sufciente tomarse unas copas para animarse. Parece que si no fumas unos porretes, y te metes unas rayas de farlopa no eres nadie. Lo más triste de todo, ya no es solo el hecho de que se estén destrozando la salud. Lo peor es que ya no controlan: gastan dinero desorbitadamente, buscan peligrosas peleas sin sentido, y encima ya no saben cómo divertirse sin meterse algo. Supongo que muchos lo dejarán, pero ¿qué será de los que no sean capaces?
Tampoco entiendo de quién puede ser la culpa de que tanto chaval de 18 años se meta tanta caña: ¿de la televisión? ¿de los videojuegos? ¿de los profesores? ¿de los padres? ¿de la sociedad? ¿del estado? Yo creo que la culpa, en general, es de todos.
Aquí queda esta reflexión.
Hoy quiero hablar de la manera que tenemos los pijos occidentales de divertirnos. En la mayor parte del planeta mucha gente está sobreviviendo, como puede, a base de ganar cuatro duros trabajando todo el día. Incluso emigran a paises lejanos, y sacrifican todo. No me imagino perder los únicos años de tu vida en los que podrás ver crecer a tus hijos. Y en el otro lado estamos nosotros, que tenemos un montón de tiempo libre y nos malgastamos nuestro dinero en ocio.
No es este contraste lo que quiero criticar en este artículo, sino al vicio y descontrol al que está llegando la juventud de hoy en día. Es lógico que como ricos que somos gastemos (o malgastemos, según se mire) nuestro dinero en ocio y fiesta. De hecho, la finalidad de la vida y de todos nosotros es ser felices y pasarlo bien. De hecho no me parece mal invertir nuestro dinero en hacer lo que nos gusta: viajar, comprar el equipo necesario para practicar nuestra afición favorita, ir al cine, comprar discos, salir con los amigos, etc. Que en otros paises no les sea posbile no es nuestro deseo, pero por ello no vamos a dejar de pasarlo bien nosotros. Pero una cosa es divertirse y otra cosa lo que veo que sucede ahora cada noche que salgo.
Ahora, no es difícil llegar a cualquier bar y ver a un grupo de mocosos insensatos desfilando por el baño y pasándose la mano por la nariz. Mocosos y no tan mocosos, claro. Me parece muy triste que ahora ya no sea sufciente tomarse unas copas para animarse. Parece que si no fumas unos porretes, y te metes unas rayas de farlopa no eres nadie. Lo más triste de todo, ya no es solo el hecho de que se estén destrozando la salud. Lo peor es que ya no controlan: gastan dinero desorbitadamente, buscan peligrosas peleas sin sentido, y encima ya no saben cómo divertirse sin meterse algo. Supongo que muchos lo dejarán, pero ¿qué será de los que no sean capaces?
Tampoco entiendo de quién puede ser la culpa de que tanto chaval de 18 años se meta tanta caña: ¿de la televisión? ¿de los videojuegos? ¿de los profesores? ¿de los padres? ¿de la sociedad? ¿del estado? Yo creo que la culpa, en general, es de todos.
- Podemos pensar que la culpa es de la televisión, pero televisión la hemos visto casi todo el mundo que conozco, incluidos mis padres, y no hemos acabado de esta forma. Además, de vez en cuando nuestra caja tonta se ha esforzado por enseñarnos el buen camino con sus famosos anuncios antidroga.
- Podemos pensar que la culpa es de los videojuegos, pero a los videojuegos hemos jugado casi toda nuestra vida y la mayoría no hemos acabado así. ¡Son de mentira!
- ¿Los profesores? Los profesores pueden tener parte de culpa, ya que influyen en gran parte de la educación de los chavales, y su labor es prevenirles. Yo creo que los profesores hacen una buena labor e informan bastante sobre las drogas, así que no creo que sea su culpa.
- Yo creo que los padres tienen gran parte de la culpa, aunque a la vez no la tienen. Ellos son los que tienen que controlar lo que hacen sus hijos, por encima de profesores y de cualquiera. Yo no entiendo cómo un chaval puede disponer de tanto dinero como para malgastarlo en coca y porros. ¿Acaso no se les controla? Pues a muchos no, como es obvio.
- La sociedad y el estado, para mí, son los grandes culpables de este desastre. ¿Por qué los padres no pueden controlar y educar más a los hijos? Porque el modelo de vida que tenemos hoy lo fomenta. Hoy, los padres no pueden dedicar más tiempo a sus hijos porque tienen que trabajar los dos, padre y madre, para pagar hipotecas desorbitadas por sus viviendas. Además, tienen que hacer horas extras que no son pagadas para no arriesgarse a ser despedidos. Además, las ayudas por parte del estado son escasas. Y para colmo, todo este stress acaba machacando a las parejas y muchas se acaban divorciando, lo que favorece la competividad de los padres para hacerse con el cariño de sus hijos. A su vez, estos chantajean a sus padres separados para conseguir lo que quieran, incluido dinero. Y los padres acaban preocupandose más por resolver sus propios problemas que los de sus hijos.
Aquí queda esta reflexión.